“El Eternauta”, la última mega producción de Netflix desde Latinoamérica (una de sus inversiones más caras en la región después de “Cien años de soledad”), se ha convertido en un auténtico hit entre suscriptores de la plataforma de streaming en todo el mundo.
Al cierre de esta publicación, la serie basada en la célebre historieta trasandina de 1957 se posicionó como el título más visto del servicio en 13 países, todo esto antes que se confirmara su segunda temporada.
Después de décadas de intentos fallidos por adaptar la influyente obra de Héctor Germán Oesterheld y el dibujante Francisco Solano López —y luego de sortear los embates laborales de la pandemia del covid-19, que retrasó su propio organigrama—, el proyecto vio la luz la semana pasada antecedido de una expectación mundial, con más preguntas que respuestas sobre los nuevos rumbos de la trama bonaerense.
Si bien sus creadores han remarcado que no se trata de una adaptación literal del cómic, sino de una historia basada en el universo de “El Eternauta”, lo cierto es que su primer ciclo siembra intrigas relacionadas directamente al nudo narrativo propuesto por Oesterheld, y bajo una hazaña no menor: instalando a Juan Salvo, su protagonista, ya no en la década del 40, sino en los distópicos días del 2025.
A continuación, siete puntos sobre por qué “El Eternauta” es hoy uno de los estrenos imperdibles del 2025.
1) Una trama apocalíptica (y recuerdos del covid-19)
La serie arranca así. Una noche de verano, en Buenos Aires, una misteriosa nevada mortal acaba con la mayor parte de la población y deja aisladas a miles de personas. Entre ellas, se encuentran Juan Salvo (Ricardo Darín) y sus amigos, quienes inician una desesperada lucha de supervivencia al tiempo que Salvo, por su cuenta, emprende un viaje por la ciudad en busca de su hija.
“Todo cambia cuando descubren que la tormenta de nieve tóxica es tan sólo la primera fuerza de choque de un ejército de otro planeta que está invadiendo la Tierra. La única manera de mantenerse vivos será resistir y luchar juntos. Nadie se salva solo”, detalla la sinopsis oficial de la producción.
A cinco años de la pandemia del covid-19 y sus restricciones sanitarias y planetarias (con cuarentenas y medidas de aislamiento a lo largo de todo el orbe), las imágenes y recuerdos de dicha época resultan ineludibles. En “El Eternauta”, sus habitantes también están desesperados y desorientados, y es bajo ese rictus que deben buscar una salida.
¿Alguna similitud con la realidad?

2) Buenos Aires como nunca antes la viste
Uno de los atractivos visuales de “El Eternauta” radica en cómo se ve Buenos Aires a lo largo de sus seis capítulos. En la práctica, y tal como en la historieta original, la capital argentina funciona como un personaje más. Y para nada secundario.
“Sus calles, edificios y fronteras son parte intrínseca de la serie. Los muros y carteles ofrecen, además, una inmersión de actualidad –pistas a futuro de cómo es la vida hoy–de la misma manera que en la historieta se distinguen los ‘gratis’ y publicidades de entonces”, detalla un dossier oficial de Netflix dedicado a la producción.
Por lo mismo, en pantalla es posible encontrar alusiones a la Guerra de las Malvinas, a la vida contemporánea (al actual imperio del delivery, por ejemplo), a la idiosincrasia trasandina y a su visión criolla de cómo enfrentar el mundo (y su fin).
“Lo que hicimos fue tratar de capturar el espíritu, las atmósferas, las estéticas y los lugares de El Eternauta I y II, pero no necesariamente siguiendo la cronología planteada en el cómic. Creo que tiene mucha más incidencia en todo el arco de la serie el primer fascículo, independientemente de que hay cosas del segundo que estamos utilizando”, planteó Bruno Stagnaro, director de “El Eternauta”.
3) Una serie anti-Marvel (aquí no se fabrican superhéroes)
Lo estableció el propio Héctor Germán Oesterheld antes de ser desaparecido por la última dictadura militar argentina en 1977: “El héroe verdadero de El Eternauta es un héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe ‘en grupo’, nunca el héroe individual, el héroe solo”.
Si bien la historia sigue los códigos narrativos de la aventura y el tópico de “la misión en grupo”, esta se instala a kilómetros (literales y simbólicos) de los relatos hollywodenses de ciencia ficción y el subgénero de superhéroes.

Aquí, las soluciones de sobrevivencia pasan por trabajadores asalariados, ingenieros, militares rasos, repartidores de delivery, jugadores de “truco”, jóvenes desempleados y adultos en retiro. Nada de superpoderes ni gestos grandilocuentes, ni mucho menos hazañas individuales y heroicas. En “El Eternauta”, los personajes deben resguardar primero su vida porque saben que nadie velará por ellos.
4) “El Eternauta”: Lo viejo todavía funciona
Sin entregar mayores spoilers, uno de los troncos argumentales de la adaptación ronda alrededor de esta idea: lo viejo todavía funciona. Pero no sólo en la dimensión práctica de las cosas, sino también en sus alcances humanos (“Los viejos todavía funcionan”).
En “El Eternauta”, la obsolescencia también se refleja en los grupos humanos que se enfrentan a los invasores, la mayoría relegados de la sociedad ya sea por edad, por sus orígenes socioculturales o por malas decisiones personales.
Este rumbo escritural se vincula con cierta argentinidad que respira en toda la serie: frente a los grandes obstáculos de la amenaza planetaria, los personajes optan por caminos alternativos, artesanales y creativos para alcanzar sus objetivos.

Reflexiona Stagnaro, el director: “El Eternauta tiene un carácter muy local en la manera de enfrentar dificultades enormes con elementos que están a mano. A partir de la limitación, los personajes encuentran cómo salir adelante. Siento que eso está conceptualmente muy presente en la historia y también en el modo en que lo llevamos adelante nosotros a la hora de construirla. Más allá de que, tratándose de una producción nacional, los recursos fueron gigantes, no hubiesen alcanzado para la escala que necesitábamos. Eso nos obligó a buscar una nueva manera de resolver”.
5) Un Darín en su mejor versión
“Cuando Matías (Mosteirín) me propuso que Ricardo fuera el protagonista, me pareció realmente un disparate”, confesó Stagnaro. “Básicamente, porque es una historia muy física, en donde el protagonista de la historieta tiene alrededor de 40 años, y Ricardo más de 60. Por eso lo descarté de plano. Pero Matías insistió: ‘Pensalo’, me dijo”.
Con los guiones ya avanzados, finalmente Darín se sumó al proyecto. “El Eternauta transcurre en tiempo real y era necesario que Salvo supiera disparar con mucha prestancia. Oesterheld lo había resuelto muy bien en la historieta: Salvo es reservista, algo que en la década del 50 era bastante habitual. Pero no había entonces una mirada crítica de orden política respecto de esa decisión. Que hoy fuera un personaje con mucha proximidad al mundo de las armas tendría otra lectura, diferente de la original”, señaló Stagnaro.

En la trama de Netflix, Salvo es un veterano de la Guerra de las Malvinas, hecho que se vuelve clave en su sobrevivencia y en los giros de la historia. El resultado, es sobresaliente. Con un Darín en su mejor versión, el Juan Salvo de la pantalla chica es un hombre curtido y duro, pero empático con su entorno y las vicisitudes de sus amigos. Un Darín profundo y definitivo, aventurero y apocalíptico, como nunca lo habías visto.
6) Personajes entrañables
Si bien el peso dramático de la historia recae completamente en Salvo, los personajes que lo rodean funcionan como escuadrón perfecto para las características del protagonista.
En este aspecto, destaca la labor de Ariel Staltari, coautor de “El Eternauta” de Netflix e intérprete de Omar, un argentino que tras hacer una vida como trabajador asalariado en EE.UU regresa a Argentina luego de años en el autoexilio.
“Es una historia apocalíptica con los condimentos universales, pero con la especificidad puesta en lo vincular y en nuestra idiosincrasia, con muchos toques de argentinidad”, resume.
Otro personaje inolvidable es Alfredo “Tano” Favalli (César Troncoso): un ingeniero eléctrico ya retirado que oficia de anfitrión de sus amigos al momento de la nevazón tóxica. En el desarrollo de la historia, su papel y sus habilidades se vuelven primordiales. Y no sólo por los conocimientos funcionales que maneja “el Tano”, sino porque en él se llevará a cabo la premisa fundacional de Oesterheld: es imposible salvarse solo.

7) Una megaproducción en cifras
“El Eternauta”, de algún modo, es también el triunfo del cine argentino en la industria audiovisual hollywoodense. Con más de 5 años de trabajo, la producción se convirtió en la segunda inversión más grande de Netflix en la región, hecho que se ve en pantalla en cada fotograma.
La serie contó con 148 jornadas de rodaje (133 con Darín), 2900 personas entre elenco y extras, más de 50 locaciones reales, 30 escenarios virtuales, 598 toneladas de sal (para efectos de la nieve), 28 dobles de acción, alrededor de 15 camiones y 100 percheros de ropa (equivalentes a 300 metros de vestuario en línea recta), sólo por nombrar algunos datos (se manufacturaron 500 máscaras para los personajes, por ejemplo).
“No siempre uno tiene la oportunidad de ver la ciudad donde vive retratada como en las producciones más grandes de Hollywood”, cuenta el argentino Marcelo Martínez, uno de los jefes de locaciones de la serie.
En sus rodajes en terreno, la producción no sólo necesitó obtener las autorizaciones y organizar la logística de los cortes de tránsito, contemplando las horas necesarias para ubicar la nieve y montar el set, sino que también que estuviera nublado la mayor cantidad de días posible.