En la Plaza Baquedano, Italia y/o de la Dignidad confluyen temas viales y de desplazamientos (que no abordo aquí y escapan a mis conocimientos), asuntos ciudadanos, patrimoniales y referidos a su nombre.
Tampoco me referiré a esa tendencia de abordar los problemas “suprimiéndolos”, que es otra forma de barrer bajo la alfombra.
Para estos efectos recurro a la experiencia de haber participado por más de 15 años en el Comité de Patrimonio del Colegio de Arquitectos. También echo mano a mis recuerdos y a mi formación de arquitecto.
Plaza Baquedano
Hasta bien avanzado el s XIX, Santiago era una pequeña ciudad. Bastante pobre y austera. Las grandes producciones de trigo y luego el salitre permitieron levantar una élite que cambiaron la ciudad con aires, en general, franceses.
Esta élite pronto quiso alejarse de zonas más pobres o consideradas poco desarrolladas, más vinculadas a lo colonial. Así, surgieron barrios como avenida República, España, el Barrio Brasil. Benjamín Vicuña Mackenna planteó una suerte de cinturón de hierro (definido por líneas de tren; Avenida Matucana al poniente, actual Parque Bustamante al oriente, Zanjón de la Aguada al sur y Parque Forestal al norte) para delimitar una ciudad higiénica y “civilizada” frente a “rancheríos” que había en las periferias. Pronto fue desbordado con los sueños de la “ciudad jardín” y un deseo de vivir “lejos”.
Entonces se produce la gran expansión hacia el oriente de la capital, con impulso desde inicios del s XX. Es en ese contexto que surge Plaza Italia, Baquedano o de la Dignidad. Era una de las tantas “puertas de acceso” a la ciudad consolidada. La puerta desde los sectores “pudientes”. En ese contexto se instala ahí el monumento al General Baquedano.
También podemos analizar el contexto político en el que se decide y se realiza el monumento, ver quiénes decidieron, etc. Pero no es parte del espíritu de este texto. Lo claro es que las características de ese lugar han mudado de manera muy significativa, al punto de convertirlo, hoy, en un espacio único del país.
Una plaza sin nombre
Cuando llegué a estudiar a Santiago, en 1980, no entendí por qué existía el monumento al general Baquedano y la estación de metro Baquedano, pero la Plaza era masivamente -incluso en los medios de comunicación- llamada Plaza Italia.
Con el tiempo, empecé a intuir que ese lugar poco a poco cambió su carácter. De un lugar periférico como muchos, pasó a ser un espacio ciudadano. Un lugar de congregación y de expresión y en ese contexto, el General resultaba incómodo o, al menos, ajeno.
Plaza Italia es una excusa, tomada del homenaje realizado por la colonia italiana al Centenario de la Independencia del país. Los nombres de países van marcando las relevancias y caídas de las naciones, juzgadas por la infidelidad de nuestras relaciones exteriores. Así, el Parque Japonés pasó a llamarse Gran Bretaña antes de denominarse Balmaceda. Creo que es usado porque es un nombre inofensivo, que representa poco en Chile. Plaza Italia es un nombre para nombrar una plaza sin nombre. O sin un nombre que le haga sentido, porque Baquedano, por sí solo, no responde al significado, a lo que simboliza este lugar. No es un nombre ni un personaje que convoque, que represente a grandes masas del país ni a las grandes tendencias de la modernización de la sociedad.
El General Baquedano
El General Manuel Jesús Baquedano González participó en la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839), en las revoluciones de 1851 y de 1859, en la Guerra del Pacífico, donde fue comandante en jefe del Ejército en campaña (1880-1881), y en la Ocupación de la Araucanía. También participó en la guerra civil, nominalmente al frente del ejército Balmacedista y encabezando el desfile del ejército parlamentario que entró victorioso a Santiago. Entre otras cosas, porque también participó en política, algo habitual en esos tiempos.
Más allá de posturas personales o de diferentes grupos, el General Baquedano cumplió roles que hacen que merece ser recordado. Estarán en disputa los contextos y las perspectivas, que cambiarán con el tiempo.
Personajes populares
En diversas ocasiones, se han hecho documentales, series y concursos para mostrar o elegir las figuras más populares y representativas de la identidad del país. Bernardo O´Higgins, José Miguel Carrera, Arturo Prat, Gabriela Mistral, Violeta Parra, Salvador Allende, Pedro Aguirre Cerda son algunos de ellos.
A pesar de cinco años de disputas y controversias sobre el monumento al General Baquedano, la gran mayoría de los habitantes de este país sigue sin saber quién es. Cuando se pregunta quiénes son los héroes del país, no es nombrado. Tampoco es de los primeros cuando se habla de los principales protagonistas de la Guerra del Pacífico. Siempre están antes Arturo Prat, Ignacio Carrera Pinto, Condell incluso.
Lo anterior muestra que Manuel Baquedano es un importante personaje histórico, pero no es conocido ni popular, no representa, en términos de identidad, a grupos relevantes del país.
Si se preguntara a quién preferirían, ¿quedaría Baquedano o Manuel Rodríguez? ¿El general o Gabriela Mistral? La lista podría ser larga para sumar derrotas que no merece Baquedano.
Monumento al General Baquedano
El monumento al General Baquedano (1823-1897), del escultor Virginio Arias, (1855-1941) es una buena escultura. Es obra de uno de los buenos primeros escultores chilenos.
La escultura es de buena factura, tiene carácter, expresa, a mi juicio, quien fue el general Baquedano.
Además, la escultura cuenta con un pedestal, un plinto, bien diseñado. Que le daba a la escultura una perspectiva adecuada.
La escultura debe preservarse por su calidad como por su autor. Pero también por el personaje que representa, insisto, más allá de nuestras propias creencias. Lo que verdaderamente está en cuestión es el lugar apropiado para ésta.
Un general vapuleado
Seamos honestos. Desde antes del Estallido Social, y en forma indesmentible desde ese momento, el monumento al General Baquedano es un soporte para manifestarse. Desde mucho antes, cientos de personas se han encaramado sobre él para gritar, enarbolar banderas y mostrar letreros o lienzos.
¿Es esa la finalidad de un monumento? Esa situación no va a cambiar, porque ese lugar tiene otro sentido. Y no creo que se tenga la capacidad de revertir el valor simbólico y la ubicación estratégica que llegó a tener para retrotraerla a 1910, cuando se crea la plaza, o a 1928, cuando se instala el monumento…
Una plaza ciudadana
La Plaza Baquedano es de las pocas plazas donde grupos de ciudadanos, muchas veces en forma espontánea, se autoconvocan. Para celebrar triunfos deportivos, protestar, defender algún derecho o simplemente promocionar una marca.
Mis primeros recuerdos de la plaza se remontan a principios de los años 80. Es probable que se hayan realizado manifestaciones por triunfos deportivos. No los recuerdo, a pesar de vivir a pocas cuadras de la plaza. Mi primer recuerdo claro es de cuando, en 1986, el Partido Humanista convocó, con humor, para pedirle al cometa Halley que se llevara al dictador. (El recuerdo está definido por un par de civiles disparando en las piernas a un manifestante frente al edificio Diego Portales, hoy GAM, más que por la manifestación misma).
Desde entonces, cientos de manifestaciones se han realizado ahí, desde deportivas, grupos LGTBIQ+, defensores del rodeo, de los pueblos originarios… incluso un grupito de hinchas de Huachipato, cuando el equipo que salió campeón de Chile. Es, en este sentido, la única plaza ciudadana de Chile. La llamada Plaza de la Ciudadanía tiene poco de su nombre.
En la Plaza Baquedano, Italia, de la Dignidad, etc., muchas veces no es necesario convocar. Está implícito que ahí se celebra, se protesta, se expresa, sin necesariamente tener el respaldo o la autorización de instituciones o particos políticos.
En general las plazas son institucionales o se complementan lo institucional con lo ciudadano. Es lo que pasa con las plazas de armas de nuestras ciudades o con la Plaza de la Independencia en Concepción.
Hay plazas ciudadanas en Chile, esas que son de las comunidades, que las instituciones pueden usar, pero son las comunidades las que le otorgan su carácter, su identidad.
Pero la Plaza Baquedano es la plaza ciudadana de Chile. Cuando pasa algo importante, es ahí donde se reúne gente. Y donde llegan los periodistas para cubrir esas expresiones.
Hoy la disyuntiva está entre imponer el monumento al General Baquedano en ese lugar, sabiendo que lo más probable es que vuelva a ser el soporte de múltiples manifestaciones o a darle un lugar distinto, digno y adecuado. En complemento a esta reubicación es necesario generar las condiciones para que ese lugar vuelva a ser el lugar de encuentros y también de manifestación de desacuerdos que la democracia necesita.
En este sentido, se está proponiendo realizar un concurso. Puede ser una buena idea, si no se queda corta. Porque debemos definir qué es o qué busca ser ese espacio para las ciudadanías, cómo nombrarlo y qué forma darle para que cumpla con lo que se quiere de ella.
Como tantas veces, estamos divididos entre mirar al pasado y hacerse cargo del presente.