Nicolas Feuz (Suiza, 1971) divide su tiempo y rutina en dos facetas: una como flamante fiscal del cantón de Neuchâtel, su ciudad natal, y otra como exitoso autor de novelas policiales. En el terreno literario, ya cuenta con 17 títulos, uno de ellos, por primera vez, disponible en español: “El Filatelista”, una historia que entrecruza su experiencia como funcionario judicial y un particular encargo del servicio de Correos de Suiza: escribir una novela que retratara el desconocido y minucioso mundo de los envíos postales.
La novela fue publicada en octubre de 2023 en Francia, y ahora destaca como el debut en español de Feuz, toda una celebridad de las letras helvéticas y del circuito literario negro europeo: hoy, trabaja para el sello Rosie & Wolfe de afamado Jöel Dicker, rúbrica internacional del género.
“El departamento de comunicaciones de Correos de Suiza me sugirió si era capaz de escribir una novela sobre el universo de Correos, a modo de desafío. Al principio dije que no, porque era algo que no conocía para nada y que no me interesaba. Y después reflexioné: la encargada de comunicaciones habló conmigo de nuevo, volvió a la carga, volvió a insistir, y le dije ‘okay, pero tal vez no es una buena publicidad para Correos… ¿Saben el tipo de libros que escribo, no?»”, cuenta a BioBioChile desde el otro lado del Atlántico.
“Mi intención tampoco era hacerle antipublicidad a Correos, pero quería tener libertad total en la manera de abordar el tema”, agrega Feuz, ganador con su novela “Heresix” del Premio Évêché 2022, entregado por la policía judicial de Marsella.
Con esa premisa sobre la mesa, eligió abocarse en el submundo de los sellos postales, y en los secretos de cómo se clasifican los paquetes al momento de despachar su envío.
“Había escuchado decir que el sistema de clasificación de paquetes, el Centro de Clasificación, era algo impresionante de ver, porque es idéntico al centro de clasificación de las maletas de un aeropuerto internacional, y que el de Suiza era más grande, incluso que el del aeropuerto. Finalmente pude visitar este Centro de Clasificación, y fue algo impresionante”, recuerda.
La libertad del fiscal fue respetada, incluso cuando describió la “clínica de paquetes”, una entidad de Correos donde se reparan las encomiendas defectuosas. “Eso es algo que no me he inventado, o sea, es real. Lo único que me dijeron fue que no les gustó mucho que se dijera que hay cámaras de videovigilancia en las oficinas de correos. Yo les respondí que eso era verdad, ellos me dijeron que si, pero que no les gustaba hacerlo público. ‘Como es verdad, se queda así en el libro’, les contesté. Ese era el trato”.
A lo largo de sus 320 páginas, Feuz cumple sus objetivos: desentrañar el inabarcable universo de Correos, dibujar la bestialidad de un psicópata misterioso y preciso (tal como los sellos postales de los sobres de antaño), e instalar las dudas permanentes y esenciales de la novela policial, sin perder el factor sorpresa en el trayecto.
“El Filatelista”: “Es verdad que los magistrados y la policía tenemos el riesgo, a veces, de encontrarnos desbordados por nuestro trabajo, especialmente la policía”
En la historia, ambientada en la previa de Navidad, Suiza mira con terror los pasos de un asesino que envía paquetes con restos humanos a distintos puntos del país. Cada uno, muestra un sello postal que ilustra un corazón, retratado en una estampilla hecha con piel humana.
Para resolver el escándalo del “Filatelista”, como lo bautiza la prensa europea, la policía designa a Ana Bartomeu, una inspectora de la Policía Judicial de Ginebra que arrastra una severa depresión, gatillada en parte por el fracaso de una relación amorosa que la alejó de su familia e hijos.
El enigma encuentra a la Policía Judicial de Ginebra en una compleja y vulnerable situación: ha sido intervenida a causa de públicos episodios de corrupción e indisciplina que han mancillado la honra de la institución.
Para afrontar el caso, Ana debe acudir a un antiguo compañero de servicio que ha caído en el alcoholismo, y que, sin embargo, cuenta con toda su confianza. En la trama, convergen tres hilos narrativos: la ruta detectivesca de Ana y su socio Mitch, la de una pareja acechada por el filatelista y otra que nos sitúa en los ochenta, durante la infancia del psicópata.
“En general, en Suiza, la policía funciona muy bien. Pero puede suceder que haya inspectores, gente de gendarmería, etc, que pueda cometer errores, como ocurre en la novela”, explica el autor. “Las historias sobre este tema, que aparecen en El Filatelista, son todas reales, y se han hablado en la prensa suiza. En el libro no todo es reflejo de la policía de Ginebra. Sí tengo otro libro donde hablo de fiscales completamente incompetentes, por ejemplo, que se meten en el campo de la policía, y creo que eso también es parte de mi rol, a pesar de que no sea habitual en Suiza”.
(P): ¿Qué similitudes ve en el quehacer de un fiscal y un escritor de novelas policiales? ¿Cómo sopesa la soledad intrínseca de estas dos actividades?
(R): Es verdad que el trabajo del escritor es muy solitario. Esa soledad se compensa con exhibiciones y encuentros con lectores, en librerías, pero no siento esa soledad en mi vida, porque también trabajo como fiscal. Es verdad que los magistrados y la policía tenemos el riesgo, a veces, de encontrarnos desbordados por nuestro trabajo, especialmente la policía: a veces tienen horarios muy irregulares que pueden hacer que la vida familiar sea difícil. Pienso en la policía que trabaja dentro del mundo de la infiltración, o de la observación: nunca saben a qué hora va a terminar el día, o si van a tener que quedarse toda la noche despiertos, o si van a tener volar a otro país antes de que se termine el día.
Esa es una situación en la que podemos tener problemas familiares. Hay profesionales que se encuentran solos por separaciones, y al final lo único que queda es aislarse en el trabajo. Puede haber riesgo de alcoholismo, incluso. Es verdad que en Suiza no lo hay, pero sí he visto a policías con problemas de depresión, o como Ana, que tienen problemas de obesidad, que es también un poco una forma de traducir la depresión; eso puede pasar. Es importante que los magistrados, que los fiscales, conserven sus actividades sociales además de su trabajo. Hacer deporte, amigos, salir.
(P): Es muy impactante leer las páginas relativas a Ana, sobre cómo conlleva la depresión, sus problemas cardiacos y su caída libre. ¿Qué quería obtener con este personaje?
(R): Con Ana yo quería un personaje que hubiese sido herido por la vida, especialmente en esa vida de familia que ha arruinado, dejando a su marido, abandonando a sus hijos, para desarrollar una relación de pareja con una compañera. Finalmente, esta compañera la abandona, la deja sola. Y luego está sola en su casa, con su gato, y lo que come es bastante poco dietético, mirando series de telerrealidad, que no son superinteligentes… Me pareció importante mostrar esa vida para mostrar un poco lo que conlleva el trabajo.
Y también, me gustó mucho desarrollar el personaje de Sam, a pesar de que no sepamos quién es.