Héctor Abad, el escritor colombiano que irrita a Gustavo Petro

 

Uno de los invitados estelares del reciente Festival Penguin 2025, celebrado en el marco de la Semana del Libro, fue el popular y premiado escritor colombiano Héctor Abad Faciolince (1958), quien aprovechó la ocasión para presentar en Chile una de sus más recientes novelas, “Salvo mi corazón, todo está bien” (Alfaguara, 2022), y al mismo abordar las nuevas inquietudes literarias que por estos días, justamente, lo tienen estrenando un nuevo titulo: “Ahora y en la hora”, también por Alfaguara.

Sobre “Salvo mi corazón, todo está bien”, en los últimos años, los elogios al oriundo de Medellín no han sido pocos. La historia esta vez sigue los pasos del sacerdote Luis Córdoba, un religioso atípico que por vicisitudes de su propio domicilio debe asumir la espera de un trasplante de corazón en una residencia ajena, donde viven dos mujeres y tres niños.

La historia presenta a un sacerdote con afinidades culturales, experto en cine y música, quien no tiene reparos en disfrutar su experiencia vital y, en vista de los últimos acontecimientos, replantearse si sus decisiones vocacionales fueron o no las correctas; todo esto mientras oficia como un faro masculino en un impensado entorno familiar.

Héctor Abad, el escritor que irrita a Petro: "Las obra inspirada por pura ideología suele ser pésima"
A la derecha, Héctor Abad en el Festival Penguin 2025.

Para Abad Faciolince, quien alguna vez dijo “cada libro mío está asociado a un amor de mi vida”, esta novela establece una reformulación de esa premisa: “Como uno nunca es el mismo, como uno va cambiando, yo diría ahora: ‘en cada libro mío, hay una muerte de mi vida»”, explica en diálogo con BioBioChile. “Tal vez por la edad uno deja de pensar tanto en el amor, que es siempre un proyecto futuro, y piensa más en la muerte, que es una irremediable condición del pasado y del futuro”.

“Entonces, yo uniría esta novela a la muerte de un cura que está esperando un trasplante de corazón. Uniría mi libro ‘El olvido que seremos’ a la muerte de mi padre. Uniría ‘La oculta’ a la muerte de unos abuelos que dejan una finca y los hijos no saben qué hacer con ello. Y uniría el libro que voy a publicar este año (‘Ahora y en la hora’) a la muerte de una escritora ucraniana, Victoria Amelina. Entonces cada libro mío está asociado a una muerte de mi vida, claro”.

Su nueva novela, “Ahora y en la hora”, donde aborda la historia de Victoria Amelina, fue presentada esta semana en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FilBo).

Faciolince estudió Lenguas y Literaturas Modernas en la Universidad de Turín (Italia), y es considerado uno de los escritores latinoamericanos más influyentes en las últimas décadas. De su catálogo destacan “Asuntos de un hidalgo disoluto”, “Tratado de culinaria para mujeres tristes”, “Fragmentos de amor furtivo”, “Angosta”, la elogiada “El olvido que seremos” (“La más apasionante experiencia de lector de mis últimos años”, dijo Mario Vargas Llosa), “La Oculta” y “Lo que fue presente”, entre otros títulos.

(P): ¿Cuál ha sido el comentario, la idea o la reflexión que más le ha resonado en cuanto al recibimiento de “Salvo mi corazón, todo está bien”?

(R): Yo siento que produjo mucho desconcierto que un ateo escribiera un libro sobre curas, y entonces hubo sobre todo silencio. Yo creo que casi todos mis críticos favorables o desfavorables estuvieron muy callados. Sin embargo, el comentario que más me conmovió y el que más me gustó fue el de Javier Cercas, que dijo que era una novela sobre la bondad. Y que escribir sobre personajes buenos tenía una dificultad que a él le gustaba.

(P): Usted ha dicho que cuando el cuerpo presenta alguna falla biológica, como el protagonista de esta novela con su corazón, dicha percepción se vuelve perpetuamente ineludible, pese a cualquier esfuerzo del individuo por obviarla. ¿Ha encontrado algún remedio para este fenómeno?

(R): Generalmente lo que pasa con el cuerpo es lo que pasa con los amores de la vida, que es que el amor sucesivo oculta o suprime al anterior, que te hizo gozar o sufrir mucho. Así pasa con las enfermedades del cuerpo. Lo primero que me estaba pasando era que estaba perdiendo el oído, y un síntoma de pérdida del oído es una cosa que usted conocerá como tinnitus, y era un pito insoportable en mis oídos que era un signo de que me estaba volviendo sordo. Y a mí me estaba enloqueciendo el tinnitus. Sin embargo, cuando me diagnosticaron la estenosis aórtica, me concentré tanto en el corazón que olvidé por completo mi tinnitus. Y bueno, tuve esta operación de corazón abierto que coincidió con la escritura de este libro cardíaco sobre el cura Córdoba.

Después de eso, casi me matan por muerte violenta y entonces dejó de ser importante el corazón y pasó a ser importante el hecho de que es mejor morirse de muerte natural, que de muerte violenta. Y después de la obsesión de la muerte violenta, porque casi me matan, nacieron dos niños de mi hija, mis primeros nietos, y entonces ya de la muerte violenta pasé a la vida bella y de la enfermedad y la violencia pasé a la esperanza. Todo lo anterior queda sepultado y uno sigue viviendo.

(P): ¿Cuál de todos esos hechos reales pesó más al momento de decidirse a escribir esta novela?

(R): El motor es que hay una situación real que a mí me parece literaria, y es que un padre de familia abandone a su esposa y a sus hijos, y un padre religioso, un cura, ocupe su lugar en una familia y en una casa. Y que ese cura se encuentre muy a gusto en una familia: el que había renunciado al matrimonio y a la familia por el celibato. El que se va, de repente se da cuenta que está muy a gusto en la familia y eso le crea unas dudas fundamentales, de si se ha equivocado o no al abandonar a esa familia. Y al cura, mientras espera su trasplante, también se le crea la duda de si se ha equivocado o no al renunciar a la vida familiar.

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(P): De pronto, en Latinoamérica, los sacerdotes pueden constituir un contrapunto a la figura hegemónica de la masculinidad, entendida esta como una expresión del machismo de nuestras sociedades. ¿Dónde ubica usted la masculinidad en el sacerdocio en el contexto de este machismo latinoamericano? ¿Funciona como un camino alternativo?

(R): Es verdad que los curas tienen una masculinidad emasculada, en cierto sentido, y eso está bien. Es decir, ellos muchas veces por pobreza se meten a ser curas para poder sobrevivir. Muchas veces también por homosexualidad, o muchas veces incluso por miedo a la mujer o por miedo al matrimonio. Pero yo, que siempre fui un crítico medio feroz del celibato y de todo esto, pienso que ellos tienen argumentos sólidos para defender ese tipo de vida. Un argumento es bíblico. Yo no soy creyente, pero el argumento es bíblico y es que Jesús tuvo solo discípulos y les pidió a todos que se alejaran de la familia y que dejaran el dinero. Entonces, por lo menos en el cristianismo primitivo, es una masculinidad que puede renunciar al amor familiar, al amor filial, al amor más común y corriente, y que se puede dedicar a, si no a ser, por lo menos a tratar de ser amable con todo el mundo.

Héctor Abad, el escritor que irrita a Petro: "Las obra inspirada por pura ideología suele ser pésima"
EFE

Héctor Abad: “No por el hecho de que Pablo Neruda haya escrito una Oda de Stalin la gente tiene derecho a despreciarlo”

(P): El Presidente de la República de Colombia, Gustavo Petro, lo emplazó directamente a través de un largo texto en redes sociales luego de haber criticado al gobierno en temas de orden público y manejo. ¿Tomó su reacción como una intimidación?

(R): Digamos que yo, con el actual presidente de Colombia, tengo una discusión vieja sobre su cercanía con la embajada americana y con su denuncia de amigos míos de izquierda, como si fueran extremistas peligrosos, y con su cambio de las actas de lo que se decidía en el partido de izquierda colombiano. Eso me lo contó un amigo mío íntimo, de cómo Petro cambiaba los acuerdos de su partido para quedar en las actas favorecido, sobre todo en el manejo del dinero. Creo que él nunca me ha perdonado que yo haya denunciado esas falsedades, esas mentiras de él. Y entonces contesta largo porque en lo largo se disuelven verdades: mentiras. Él es bastante caótico y delirante cuando escribe. Pero no, afortunadamente no me siento intimidado porque él, que tiene muchísimos defectos como presidente, al menos que yo sepa, no está mandando matar a nadie.

Sí hay un lío en eso y es que sus secuaces pueden ser bastante aguerridos y violentos. Entonces, que lo señale a uno, no significa que él vaya a mandar al ejército o a la policía, como en otras épocas de Colombia, a hacerte algo, pero sus partidarios sí podrían, si se lo encuentran a uno en alguna circunstancia adecuada, hacer algo personal en contra… No, no lo leo como una amenaza personal de él. Cuando te ataca públicamente, de algún modo le da permiso a otros a que a que te ataquen físicamente. Yo espero que no pase, creo que no va a pasar. Yo estoy bastante tranquilo.

(P): ¿Cómo tomó el fallecimiento de Mario Vargas Llosa? En entrevistas anteriores, se ha referido a él en buenos términos, pero también guardando ciertas distancias, sobre todo políticas.

(R): Yo escribí un artículo que se llama ‘Adiós al gran escritor’, donde hablo un poco de esas dobles facetas. Y lo que sostengo ahí es que las diferencias políticas que tengamos con los escritores no nos deben nunca cegar en la lectura y en la comprensión del poder, de la grandeza y de la belleza de sus obras.

No por el hecho de que Pablo Neruda haya escrito una ‘Oda de Stalin’, no por el hecho de que Manuel Machado haya escrito poemas panegíricos a Francisco Franco, no por el hecho de que Borges haya recibido una condecoración de Pinochet, o por el hecho de que Vargas Llosa haya apoyado a Bolsonaro o Milei (más grave me parece lo de Bolsonaro), o por el hecho de que García Márquez haya sido amigo y haya apoyado hasta el final de su vida a Fidel Castro, ni la gente de izquierda ni la gente de derecha tendría nunca derecho a despreciar ni al gran Neruda, ni al gran Borges, ni al gran Manuel Machado, ni al gran García Márquez, ni al gran Vargas Llosa.

Es una lástima que los escritores, que son figuras públicas, tengan irremediablemente que hablar de vez en cuando de política. Y muchas veces no vamos a estar de acuerdo con ellos. Mucha gente no va a estar de acuerdo con lo que yo acabo de decir sobre Petro. Pero no se puede juzgar por mis opiniones políticas, o por las opiniones políticas de ninguno de ellos, su obra literaria. Cuando un escritor es grande, su obra literaria es capaz de no estar inspirada por la ideología. Las obras literarias inspiradas por la pura ideología suelen ser pésimas.

Héctor Abad, el escritor que irrita a Petro: "Las obra inspirada por pura ideología suele ser pésima"
Alfaguara

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