Medios en Estados Unidos se han referido a la historia de José Barco (39), un veterano de la Guerra Irak que hoy enfrenta una posible deportación de ese país.
Barco es de nacionalidad venezolana, pero ha vivido desde los cuatro años en Norteamérica. Su historia con el ejército de ese país comenzó en 2004, cuando él tenía 17 años y se enlistó para servir en la Guerra de Irak.
Fue en aquel conflicto que, de acuerdo a los archivos locales, el hombre fue herido por una bomba suicida en una carretera, resultando con una lesión cerebral importante, la cual cambió su vida.
En 2006 realizó su primera aplicación a la nacionalidad estadounidense, teniendo en cuenta que había servido un año en el ejército y, en efecto, legalmente podía llevarlo a cabo.
No obstante, detalla el reporte de CNN, su solicitud no fue tramitada correctamente por las oficinas gubernamentales, por lo que al cabo de unos meses esta se perdió.
Lo cierto es que José Barco, pese a no estar bien físicamente, decidió volver al frente en Irak. Su familia aseguró al citado medio que aquella idea fue respaldada por sus superiores.
“Solo tenía 19 años. Era un niño. Ni siquiera tenía edad para beber, y mucho menos para votar por quienes lo enviaron a la guerra. Creo que era decisión de los militares negarle el viaje, y aun así lo enviaron”, comentó su hermana, Verónica.
Aquel periplo se extendió hasta mediados de 2008. Unos meses más tarde solicitó nuevamente la ciudadanía estadounidense, pero se encontró con otro problema: se vio involucrado en un hecho delictual.
José Barco estuvo dos veces en Irak
Todo sucedió durante un tumulto ocurrido en una fiesta a la que Barco asistió, en el estado de Colorado. Su familia sostiene que, en ese instante, intentó dispersar a la gente disparando al aire con su arma. Sin embargo, uno de los tiros dio en la cabeza de una asistente, que posteriormente murió.
Fue detenido y juzgado por las leyes de ese estado. Inicialmente se le condenó a 50 años de cárcel, meses después esto bajó a 40.
Sin embargo, su buen comportamiento en prisión lo llevó a salir con libertad condicional cumplidos los 14 años de encierro, situación que se dio en enero de 2025.
Pero la mala suerte no quedó ahí, ya que sólo días después fue retenido por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE), que determinó su deportación al considerarlo “alguien que podía poner en riesgo la integridad de la comunidad”.
Tras aquello, se determinó llevarlo hasta Honduras, para que posteriormente fuera trasladado hasta su país natal. No obstante, un funcionario de inmigración venezolano no pudo corroborar su identidad; ante esto, fue devuelto a Estados Unidos.
Días después arribó a Texas y fue llevado hasta el centro de detención en Port Isabel. Semanas después fue llevado definitivamente a Colorado, donde se encuentra actualmente.
Por lo pronto su abogado, Kevin O’Connor, intenta reabrir el caso judicial, para que el veterano de guerra permanezca en Estados Unidos con una visa humanitaria.
“Ahora tenemos una segunda oportunidad para presentar su caso ante un juez de inmigración y argumentar por qué no debería ser deportado a Venezuela, Cuba o México”, indicó esperanzado